QUIMERA INSACIABLE

QUIMERA INSACIABLE

Me enamoré de su reflejo,
de la pintura con la que se disfraza,
del juego artístico de colores
que adornan sus engaños.

De la sutileza con la que mueve sus caderas al levantarse,
me enamoré del momento más alegre de sus mentiras,
del vértigo en su mirada, del escote impronunciable.

Me enamoré de su manera de comerse al mundo,
de sus ganas, de no temerle a nada,
me enamoré de la mística con la que explica todo,
sin excusas, enamoraba, a cualquiera... a mí.

Que amé su reflejo revolcado en mis sábanas...
ni con el sudor cómplice de la madrugada
logré borrar la pintura en la que se ocultaba.

Le arranqué el cabello y sus adornos,
acaricié la línea absurda que se inventó,
y ni con el más riguroso de los placeres
logré cruzarla... ni con el azote impúdico contra sus muslos,
ni con los mordiscos más feroces...

No logré rasgar una hebra de su alma;
tarde me di cuenta de que solo era un reflejo
lo que mis manos apretaban.

Mi cuerpo parecía calmar su sed,
pero mi sed no se agotaba, quimera...
vástago de mis pasiones, necesidad incrustada,
enfermedad del deseo, sed inagotable...

Beber del recipiente ya no es suficiente,
quiero la fuente,
allí donde también entre los cuerpos
se devoran las almas.

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